El camino del pequeño despertar
Es posible que muchas de nuestras construcciones mentales sean una defensa contra un profundo temor al vacío. No obstante, el vacío es el que nos puede abrir una rendija para empezar a vislumbrar los aspectos más íntimos y profundos de las cosas, a la vez que nos permite no resignarnos a “LA” realidad como un destino, como algo inevitable.
“No hacer” no es una invitación a la pasividad, es una invitación a habitar despiertos/as en el ojo del huracán, a abrazar la vida tal y como es, una invitación a confiar y descansar en algo más grande que nuestra tendencia a controlarlo todo.
Como animales humanos somos impelidos/as, inexorablemente, a buscar sentido a nuestra vida, y mayoritariamente, en nuestra cultura occidental hemos sido educados/as para buscarlo fuera de nosotros/as mismos/as.
Nos movemos, incesantemente, de aquí para allá motivados/as por una estéril esperanza de encontrar una “tierra prometida”, en algún lugar y en algún tiempo, en la que podamos, por fin, descansar. Nos hemos vuelto hábiles peregrinos/as que deambulan por los desiertos de las vanas promesas de un futuro mejor; nos hemos especializado en construir pensamientos sobre nuestra vida más que, simplemente, “ser” nuestra vida, “ser” nuestros errores y aciertos, “ser” nuestros placeres y dolores, “ser” cada instante…
El camino del pequeño despertar. El placer de dejar caer el mundo.
Claudio Naranjo. Maravilla escucharlo. Maravilla leerlo.