Domingos raros

El plan de los domingos debería ser apagar el teléfono y perderse a caminar y caminar. Y airear la mente. Y ya está. No pensar, descansar de pensar. Sólo caminar y respirar. Sin mascarilla. Por supuesto. Porque los domingos para mi, de siempre, son raros.

Hoy hemos cruzado el puente de Couso, Ron iba a ras de suelo muerto de miedo, y yo como su madre humana, he tenido que hacerme la valiente, aunque ese puente se las trae. Recuerdo que cuando yo era pequeña había otro más antiguo en su lugar que bailaba más y daba aun más vértigo. Paseo corto, pero para él lleno de emociones, y eso también cansa a un ser pequeño, miedoso y peludo como él.

He visto “Her”, la película, porque mi terapeuta me habló de ella, y me ha parecido muy triste. “¿Sabes? A veces pienso que de ahora en adelante no voy a sentir nada nuevo. Sólo versiones peores de lo que ya he sentido”. Me he identificado con esa frase y la he escrito. Estos días me pasa a veces que escojo una peli y aparece alguna frase que me resuena. A veces me incomoda. Depende del momento. Hablábamos de esa peli porque ella me decía que aunque las relaciones humanas son complicadas, son humanas y tienen altibajos, no son nada extraño ni especial ni fuera de lo común, todas los tienen, y para relaciones perfectas ya existe gente que se relaciona con robots que todo lo hacen perfecto y como tú quieres. Aunque he tenido momentos catastrofistas de pensar que no quiero relacionarme más con el ser humano, creo que lo prefiero mil veces antes que cualquier robot.

Ya noto que es septiembre en mi estado de ánimo, y estos días mi sueño también lo nota, ya no descanso tan bien. Ron no nota nada, él duerme como un tronco.

Parece que septiembre trae nuevos proyectos, algo de movimiento y cambios de energía, y eso siempre añade algo de inquietud, y también un poco de emoción a esta vida monótona.

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